1 DE SEPTIEMBRE


EL SUEÑO DE ÁFRICA
Javier Reverte
1ª ed. - 1996 - 
2003

«Y África los cambió a todos, haciendo de Livingstone un explorador, de Baker un formidable narrador de historias, de Burton un neurótico vagabundo, de Speke un héroe trágico y de Stanley un conquistador. A la postre, uno por uno cayeron seducidos por el mal de África. 
Y todos murieron soñando con regresar.»



A este "sueño africano" de Reverte le siguió "Vagabundo en África" (1998) y "Los caminos perdidos de África" (2002). Hermosa trilogía en la que el autor nos relata sus pasos por esas tierras que, probablemente, fueron la cuna de la humanidad. 

 

Reverte descubrió el continente negro en 1992 casi de casualidad y después de ese primer viaje decidió escribir este libro que con el que abrimos septiembre. Fue rechazado por varias editoriales antes de conseguir que se publicara. Está convencido de que sus libros interesan al lector por ser el continente que menos se parece a Europa y por sus pinceladas de lirismo y romanticismo. 'Allí está la potencia del futuro, la esperanza y el fracaso de la humanidad', comenta.
Reverte asegura que para él ese continente es un vicio que te obliga a volver una y otra vez. 'Me he acercado a lugares casi ignorados y desconocidos, cuyo peligro no es la violencia, sino la burocracia',


El sueño de África lleva el subtítulo "En busca de los mitos blancos del continente negro" porque, aunque lo que se cuenta en este libro es un viaje -o una serie de ellos- que el autor realizó en 1992, entre la costa de Kenia y Tanzania (incluyendo la isla de Zanzíbar) y la zona de los grandes lagos-Victoria, Alberto y Eduardo- en Uganda, Reverte no se limita a narrarnos el viaje en sí y las anécdotas que se sucedieron en el camino, sino también, o sobre todo, a seguir las huellas de diversos personajes históricos que padecieron la "fiebre africana y cuyas vidas, de una forma u otra, se vieron vinculadas, hasta de forma indisoluble, al continente negro.

«A cualquiera que afirmase con Kampala es una ciudad bonita lo tomarían por loco. Yo la encontré hermosa.  A primera vista, es fea y desgarbada. Pero es necesario aprender a comprenderla. A Kampala debe mirársela desde sus colinas, pero hay que vivirla en sus hondonadas. La relación con esta urbe extraña se parece mucho al amor: uno se aproxima con los ojos, juzga sin demasiada seguridad, luego busca en el tacto y los olores un eco receptivo y, si lo encuentra, uno se queda y ama. En caso contrario, si el regusto es acerbo, te largas por más belleza que te pongan delante. Desde luego, Kampala no crea un amor a primera vista. Pero su humanidad acaba por enamorarte.»

Nos va desgranando con maestría y amenidad las vidas de, por supuesto, insignes exploradores como Vasco de Gama, el inclemente Henry Stanley, Speke o su compañero, el "Diablo", Richard Burton (al que sin duda ya conocerán los lectores más acérrimos de Borges), descubridor de las Montañas de la Luna y traductor de La Mil y Una Noches. También misioneros como el celebérrimo -supongo- doctor Livingstone; también los mucho menos conocidos Krapf y Rebmann, descubridores de los montes Kenia y Kilimanjaro. Legendarios cazadores como Phil Percival o Frederik Selous... junto a célebres escritores que, en buena medida, se llevaron la fama de sus "hazañas": ahí tenemos a Hemingway o Ridder Haggard. No faltan, claro, administradores de la larga etapa colonial: desde la dignidad de John Kirk, que consiguió la abolición de la esclavitud en Zanzíbar, a la inhumanidad del racista Carl Peters, un tipo admirado por el propio Hitler, no digo más... Pero junto a elementos de esta calaña, también militares que se comportaron con honor incluso en guerras que tenían muy poco de honorables: el coronel Von Lettow, que se rindió sin haber sido nunca derrotado en la I G.M. y su oponente afrikaner, Jan Smuts. U otro tipo de guerreros, que quizá merezcan aún más ser recordados, como Dedan Kemathi, líder de la rebelión anticolonial Mau-Mau, en Kenia...
Entre medias, nos encontraremos historias fascinantes y a veces no demasiado conocidas: la del orgulloso pueblo masai o la del gobierno de los Mazrui en Mombasa (que se convirtió en el primer protectorado británico en África Oriental...sin que lo supieran en Londres). Otras, en cambio, son bien conocidas e incluso han merecido ser llevadas a la gran pantalla: la accidentada construcción del tren de Uganda, el llamado "Tren Lunático", asediada por as fieras -supongo que más de uno habrá visto Los demonios de la noche- o el recuerdo del mito del llamado "país del Hombre Blanco", en las Tierras Altas de África, peculiar sociedad inmortalizada en las letras por Isak Dinesen -Karen Blixen- y luego por el cine.
Aunque, sobre todo, Javier Reverte nos habla de las personas que viven ahora mismo (bueno, hace 20 años) en esas tierras africanas, padeciendo en la mayoría de los casos la injusticia de ser los pobres entre los pobres, los explotados y los olvidados. Y Reverte, que ama ese continente y a sus habitantes, no deja de recordarnos que el "sueño de África" no sólo consiste en las ansias de aventura o de riqueza, sino, sobre todo, de disfrutar de la belleza y la libertad del mundo. 





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