6 DE SEPTIEMBRE


LOS GIRASOLES CIEGOS
Alberto Méndez
2004

"Ahora sabemos que el capitán Alegria eligió su propia muerte a ciegas, sin mirar el rostro furibundo del futuro que aguarda a las vidas trazadas al contrario. Eligió entremorir sin pasiones ni aspavientos, sin levantar la voz mas allá del momento en que cruzó el campo de batalla, con las manos lo necesario para no parecer implorante y, ante un enemigo incrédulo, 
gritar una y otra vez "Soy un rendido".


"Contar que todavía alguien recuerda" ha sido la intención de Alberto Méndez (Madrid, 1941) en Los girasoles ciegos (Anagrama), su primer libro de ficción, que gira en torno a la amarga idea de la derrota, con el telón de fondo de la posguerra española. 



"No hablo aquí de la derrota de los vencidos sino de la derrota de todo un país, la derrota colectiva de quienes vivieron con miedo el silencio de estas historias. Por eso, el libro pretende ser, también, un homenaje a la memoria de nuestros padres".

"Los girasoles ciegos" cuenta cuatro de esas calladas historias de la posguerra. 


Primera derrota:1939 - Si el corazón pensara dejaría de latir. 



Laa historia de un militar durante la Guerra civil española, del bando franquista en la batalla de Madrid, que se rinde a los republicanos en cuanto supo que éstos iban a rendir sus armas a su bando.


Segunda derrota: 1940 Manuscrito encontrado en el olvido.


El diario de un muchacho poeta que huye de las tropas franquistas. Que, en su viaje hacia Francia, se ve atrapado en una cabaña en las montañas entre Asturias y León, alejada de todo, donde ve morir a su mujer en el parto, quedándose al cuidado de su bebé, sin ayuda ni medios. Un muchacho poeta que vive una vertiginosa historia de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses.


Tercera derrota: 1941 El idioma de los muertos.



Relato sobre una cárcel franquista, de la vida en ella, de la derrota y de los hilos alargados de la guerra, de la muerte, de los fusilamientos, del final, de la nada...Un preso de la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado como tal.


 


Cuarta derrota: 1942 Los girasoles ciegos. 

Historia de “un topo” - un republicano oculto en un escondite de su casa - , y de su familia, en la ciudad de Madrid en los años posteriores al fin de la guerra civil; contada a través de los ojos de su hijo y de un diácono que circula por los alrededores de la vida de su familia, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama venganza contra el vencido.



"Todo lo que cuento lo he oído", confesó Méndez. "Son historias verdaderas, aunque los nombres y los sitios hayan sido cambiados y la imaginación haya enriquecido los detalles. Las he escrito con el olor y el ruido de la memoria de otros". 
"La historia del fusilado que salió de la tumba", precisó, "es la de un hombre apellidado Alegría, con quien trabajé hace años en Grijalbo; el coronel de Franco que se pasó al bando republicano horas antes de la victoria también existió. Yo lo convertí en capitán". 

Alberto Méndez siente que con este libro ha "ajustado cuentas con la posguerra". Pero existe, afirma, un "deber de memoria". Una convicción que refleja con claridad parte del fragmento de Carlos Piera que Méndez ha elegido como pórtico de su primer libro: "En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable".

Méndez era licenciado en Filosofía y Letras y había trabajado durante décadas en la industria editorial. Durante el franquismo fue uno de los fundadores de la editorial Ciencia Nueva, cerrada en los años sesenta por el entonces ministro Manuel Fraga. Falleció a finales del año en que sus girasoles vieron la luz y el exito que el no pudo disfrutar. Fue distinguido, a título póstumo con el Premio Nacional de Narrativa, Premio Setenil y Premio de la Crítica narrativa castellana, todos ellos en 2005.


Sus "girasoles"  fueron  llevados al cine por Jose Luis Cuerda en 2008. La película fue multinominada a los premios Goya de la XXIII edición obteniendo el galardón al mejor guión adaptado. 



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