LA LENGUA DE LOS SECRETOS
Martín Abrisketa
2015
Memoria histórica de corazón y sin rencor.
“Si queréis imaginaros cómo era mi familia mientras leéis los hechos, encended el televisor. Algún canal emitirá imágenes de refugiados huyendo. En la mirada de esas personas aterradas está escondido mi padre. “Somos nosotros”, me dijo cuando vio a la gente escapar desolada de las aldeas de Bosnia durante la guerra que destruyó la antigua Yugoslavia. “Sé cómo huelen, sé lo que sienten, éramos así, la misma ropa, los mismos piojos, idéntica miseria.”
La lengua de los secretos
Este es el relato de las viviencias singulares de cuatro crios durante nuestra contienda civil y su posterior condición de refugiados en el pais vecino. Perdidos en el horror y la desolación de una guerra que sus mentes infantiles no asimilan y que cada uno la transforma a su manera para vivirla y sobrevivirla.
En la voz de Martintxo, padre del autor, vamos recorriendo los dias, y las noches, que les tocó vivir, recordadas bajo el prisma de la imaginación y la inocencia de una mente infantil sin odios ni inquinas.
Martintxo nació en un queso: su Arrigorriaga natal estaba perforada por las minas que llevaron a tanta gente a trabajar a una tierra donde sus habitantes aun cuidaban vacas y hablaban la lengua de los secretos. Siendo aun niño, verá como también la guerra perfora su pueblo con las bombas de los pilotos alemanes. Pero el, que no tiene miedo y no corre a esconderse en el refugio, llega a conocer a uno desde el aire. Hasta que, separados de sus padres, debe ponerse al frente de sus tres hermanos y huir de la devastación; primero a Santander, con un hambre tremenda, mezclados con los refugiados que llegan de toda España huyendo de los rebeldes. Los cuatro hermanos deben embarcarse en Asturias rumbo a un pueblito de los Alpes franceses, ya como niños de la guerra.
Tenay, un pequeño lugar cobijado por los Alpes que miran a Suiza fue el lugar que les acogió en todos los sentidos. En un pasaje del libro, el robo de una bicileta se transforma en el elemento que une a los pequeños con los habitantes de Tenay. Martintxo se había apropiado del vehículo. El propietario denuncia la sustracción al alcalde y el pequeño es convocado a la plaza del pueblo. Cuando llega, ve a todos los vecinos haciéndole un pasillo. El regidor, Jean Pélaz, está dispuesto a abroncarle cuando se da cuenta de que él y sus hermanos están abandonados y que no hay nadie que se ocupe de ellos. Todos los concentrados terminan llorando al enterarse de las trágicas circunstancias de los pequeños.
Refugiados y acogidos. Gran ejemplo el de este pequeño lugar. El hijo de Martinxo, Martinxo también, y Abrisketa también, para dar forma a esta historia recurrió a las autoridades de Tenay para recabar información y documentación descubriendo que mas de un centenar de vascos recalaron en tan solidario lugar. También consiguió esta foto.
Creo que, por los tiempos que corren y las actitudes que imperan, es un libro que hay que leer para que los que ahora vivimos tiempos de paz y de relativa tranquilidad recordemos que no siempre fue asi y que, posiblemente familiares nuestros tuvieron que cruzar fronteras escapando de horrores y miserias. Recordarlo sin rencor pero con empatia. Mañana podemos ser nosotros.
Os presento a los Martinxo Abrisketa. Uno vivio la historia y el otro la contó.
Visto en "Cuento y leo" de laura garzon, en "Libros que hay que leer"
y en un artículo de El Pais, 4 de mayo de 2015.
"A la altura del cementerio de Montparnasse, después de hacer una bolita, Oliveira calculó atentamente y mandó a las adivinas a juntarse con Baudelaire del otro lado de la tapia, con Devéria, con Aloysius Bertrand, con gentes dignas de que las videntes les miraran las manos"
Rayuela (capítulo 155)
No hay comentarios:
Publicar un comentario