25 DE FEBRERO


PATRIA
Fernando Aramburu
2016

«Bittori era más de tostadas con mermelada y descafeinado de máquina; Miren, de chocolate con churros. ¡Con lo que engordan! Le daba igual. ¿Se llevaban bien? Muy bien, íntimas. Un sábado iban las dos juntas a una cafetería de la Avenida, el siguiente a una churrería de la Parte Vieja. Siempre a San Sebastián. Decían San Sebastián como decían Donostia. No eran estrictas. ¿San Sebastián? Pues San Sebastián. ¿Donostia? Pues Donostia. 
Se arrancaban a conversar en euskera, pasaban al castellano, 
vuelta al euskera y así toda la tarde.
—¿Imaginas que nos hubiéramos metido monjas?

Y se reían. Sor Bittori, hermana Miren. En ese plan».

Este diálogo entre Bittori y Miren refleja sintonia, amistad, vecindad. Así era y así fue hasta que el estar de un lado o de otro importaba tanto como para romper esa sintonia cotidiana y ancestral. 

Josep Antoni, nuestro Cap d'estudis, nos lo recomienda. Esta es su reseña:

Patria' es la obra capital de Fernando Aramburu, por su extensión y por su ambición. Más de 600 páginas dedicadas a novelar el terrorismo de ETA o, más bien, a pergeñar un retrato de una sociedad sometida al terror, ya que no se ocupa tanto de seguir minuciosamente los actos de la banda armada, como de representar sus consecuencias en aquellos que las padecen, bien como víctimas, bien como testigos, cómplices o atemorizados, nunca indiferentes, en ‘el país de los callados’, como titula el autor uno de los capítulos.

Se trata de un relato coral, con múltiples voces y acentos. Por la novela desfilan los miembros de dos familias que representan la variedad de  actitudes ante los hechos que se cuentan: la colaboración activa, el silencio vergonzoso, la honda tristeza, la rabia contenida, el odio sin motivo. El espacio es cualquier población mediana del país vasco, en el que la presión del entorno abertzale llegar a ser tal que, aún después de cometido el asesinato, continúa, en forma de llamadas nocturnas a la viuda, o de pintadas sobre la tumba. 
Para muchas de esas víctimas, la única salida es el exilio, un exilio interior si acaso, en la gran ciudad, en busca de un anonimato que les permita reconstruirse.
Ciertamente, resulta difícil transitar literariamente por este ambiente sin mancharse, sin incurrir en el panfleto o en el tremendismo, aunque aquello que allí se cuenta reclame a gritos la denuncia o la condena. Así, en uno de los capítulos, en el que el hijo de un asesinado acude a una conferencia en la que participa un escritor -trasunto del autor-, este explica las razones que le movieron a construir un relato que diese cuenta de cómo se sobrevive en un ambiente así, y de cuáles eran los peligros a los que tuvo que enfrentarse y de los que se propuso huir: “los tonos patéticos, sentimentales” o “detener el relato para tomar de forma explícita postura política”.

Este es un riesgo cierto y, efectivamente, es el efecto que puede causar la lectura de las primeras páginas, llegando a molestar a aquellos que no andan buscando alegatos de ningún tipo, por muy justificados que estén o por bienintencionados que sean. Por suerte, el relato va, poco a poco, adensándose y ganando complejidad. ‘Patria’ no es una obra redonda, ni mucho menos, pero quizás era una obra necesaria, pues, con obras como esta, el terrorismo está empezando a ser derrotado también en la literatura.

El tono realista, casi de crónica periodística, quizás sea lo más acertado, en el que los hechos hablan por sí mismos sin necesidad de comentarios suplementarios. Es de agradecer que el autor considere a los lectores suficientemente inteligentes como para evitarles digresiones personales de índole moral. Sin embargo, ejemplos hay de mejores ajustes entre fondo y forma, entre aquello que se cuenta y la manera de hacerlo. Una lectura demasiado cómoda puede acabar ‘banalizando el mal’, como decía Hannah Arendt, y algo de esto ahí también en ‘Patria’, que, en algunos momentos, se parece demasiado a un guion de una serie de televisión ‘prime time’.

Josep no va desencaminado en su última afirmación ya que la editorial Tusquets ha vendido los derechos televisivos de PATRIA por lo creo que no tardará en "subirse" a la pequeña pantalla.  

Mucho se ha hablado en los medios de este libro y su repercusión. Os dejo algo de lo que me ha parecido significativo. 



 

Con la frase final del post de Javier Vizcaino en su blog alojado en DEIA, diario vasco de ideologia nacionalista, hago mutis por el foro. 



Aunque duela, y a veces lo hace profunda e intensamente,
merece mucho la pena leer Patria.

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