1 DE ABRIL


LOS CINCO DESASTRES
Beatrice Alemagna
2014


Eran cinco, cinco desastres. Jamás en la vida habían logrado hacer NADA, ni tenían ganas de hacer NADA MÁS. (…) Un día, de no se sabe dónde, llegó un tipo sensacional…”

De esta guisa comienza el primer libro del mes de abril. Recomendación de Alberto Celdrán que siente una admiración especial por esta autora/ilustradora italiana. 

Los cinco desastres son cinco personajes extraños: uno está todo agujereado; otro está plegado en dos, como una carta lista para enviar; el tercero es blandito, siempre medio dormido. El cuarto está del revés, tanto que para mirarlo a la cara te tienes que poner patas arriba. Y mejor ni hablar del quinto, un estropicio de la cabeza a los pies. Viven todos juntos en una casa destartalada en la que no hacen nada de nada. Son cinco personajes divertidos y entrañables cuando les conoces un poco más. No son perfectos, está muy claro, y tienen serias dificultades para mantener el orden, seguir un plan o terminar algo. 
Hasta que un día, caído del cielo, llega él: un tipo sensacional, 
un tipo guapo, listo, perfecto y con una preciosa melena, frente a cinco desastres que jamás en la vida habían logrado hacer nada. ¡Hay que buscar algo que hacer: un proyecto, una solución, una IDEA! Pero a los cinco desastres… las ideas… NO LES SIRVEN. Los atraviesan, se les pierden, se les vuelven blandas y débiles, se les ponen del revés y acaban siendo, por supuesto, una calamidad. Para el “perfecto” si no hay ideas útiles no hay personas útiles. Pero los cinco desastres hacen de sus flaquezas superpoderes, de su debilidad, fortaleza: La rabia atraviesa sus grietas, los recuerdos se esconden (y se cobijan) en sus pliegues. Ven cosas que los demás no ven… porque miran del revés. Y celebran cada logro como si fuera una fiesta. Al final los cinco desastres no lo son tanto (o igual sí) y –sobre todo- lo son juntos. Y el “perfecto”… solo.
Una bella historia que avanza despacito, estirando el cariño que siente la autora -y que nos hace sentir- por cada uno de los personajes, con frases breves al comienzo en las que cada palabra ha sido puesta con mucho mimo y mucha sabiduría
¡Qué difícil es hablar a los más pequeños de los defectos, de las carencias, de las debilidades, de lo feo! Y ¡qué necesario! Y ¡qué difícil hacerlo sin condescendencia, sin lástima, sin compasión paternalista cargada de arrogancia (y de alivio, porque en el fondo nosotros NO somos un desastre). 
Beatrice Alemagna lo hace dibujándonos, contándonos las cosas sin más, sin moralina, sin “corrección”. Sus desastres no han hecho NADA y no tienen ganas de hacer NADA. Son VERDADERAMENTE un desastre. Pero la mirada atenta, la mirada tierna, sin prejuicios, es capaz de ver la poesía que encierra cada ser, cada persona, cada niño, cada niña… que son, en sus defectos también, únicos e irrepetibles.

Y además… la necesidad (el regalo, más bien la fortuna) de estar juntos. Mejor torpes y juntos que perfectos y solos.

(El texto de este post es un compendio de varias reseñas vistas en "Biblioabrazo" y "Apalabrazos" )

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