2 DE ABRIL


ANTONIA PURPURINA
Maria Espluga
2012

Antonia es una niña diferente. Su vida no es como la de los demás niños. Vive con su abuela, a su madre la ve de vez en cuando y nunca, nunca, ha ido al colegio. Su madre es actriz de teatro y nunca se sabe ni cuando viene ni cuando se va por eso atesora esos momentos. Antonia es lista aunque no ha ido al cole aprende de todo lo que le rodea.
De su abuela y sus amigas aprende los nombres de las flores, de las plantas, de los insectos. De los amigos de su madre, que son todos extravagantes y divertidos, aprende otras cosas del mundo exterior. 
Antonia merienda con domadores de circo, toma el té con profesores de canto y hace excursiones con expertas en planetas y constelaciones. Antonia toca el acordeón, pinta; sabe hacer ganchillo y las croquetas de la abuela. Con su abuela, hace trucos con las cartas, se pone plumas en el pelo y juega con las telas que se encuentra en casa, telas de otros mundos, de otros lugares, como ella.
Es feliz en ese mundo rodeado de mayores pero quiere tener amigos de su edad, ir al cole y aprender como lo hacen los niños de su edad. Su madre siempre ha sido contraria a ello, dada su mala experiencia cuando era niña: “Una escuela de mujeres rectas, donde no la dejaban bajarse los calcetines”. Por eso, cuando al fin su madre cede y le permite asistir a la escuela, Antonia espera con ansia que llegue el momento, está segura de que “en la escuela van a enseñarle palabras para nombrar todo lo que lleva dentro”, y de que va a conocer a niños y niñas muy interesantes (pues ha oído hablar de ellos a sus abuelas). Con sus zapatos relucientes, su cuaderno nuevo de tapas negras, su estuche y su mochila de colores chillones, Antonia vive con emoción su primer día en clase y conoce a sus compañeros: la alumna popular, el chico deportista, y Martín, el de las orejas grandes. Pero integrarse es difícil, sobre todo si tienes un pelo que parece un nido de urraca, y una verruga en la nariz.

En este, su primer libro infantil, Maria Espluga desarrolla el mundo interior de una niña diferente, especial, que sabe más de cosas de mayores que de chicos de su edad, pero a través de sus ojos de siete años observa el mundo que le rodea a su modo: su madre ausente y los estrafalarios amigos que trae de sus viajes, su abuela, que la enseña y la acompaña, su mundo interior lleno de luces y sombras (“tan pronto se siente inmensa, capaz de abrazar el mundo, como se transforma en una garra que se le aferra al cuello y la ahoga”)… Todo ello con un lenguaje depurado, honesto, creíble y poético al mismo tiempo. Desde las primeras páginas, el personaje de Antonia Purpurina nos cautiva por su inocencia, su ilusión y sus ganas de vivir el mundo que le rodea. Y nos hace sufrir al mismo tiempo, igual que sufre Antonia por ser diferente. Pero el libro tiene un final optimista y reconfortante, simbólico y mágico. En las ilustraciones, de la propia autora, se condensan y complementan estas emociones, cuando vemos el rostro de Antonia Purpurina disfrutando de su soledad, de la compañía de su abuela, de su primer día de escuela, y también sufriendo las burlas de algunas compañeras. 

Un canto a ser únicos y dar lo mejor de nosotros mismos. 

¡Viva Antonia Purpurina por tener un corazón diferente! Y ¡vivan sus rizos! Porque como dice su abuela “parecen nidos de urracas donde se puede encontrar cualquier cosa”

(El texto es un compendio, y una mezcla, de las reseñas vistas en la revista Babar y el blog "Tirando del rizo". )

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