UNA VIDA CUALQUIERA
Kirsten Boie
Ilustrado por Jutta Bauer
2013
Hay personas invisibles. Están, forman parte de nuestro cotidiano urbano. Permanecen en las puertas y las calles de acceso a los grandes templos actuales: templos de culto religioso, templos de la economía y el consumo, templos del ocio, incluso los templos de la cultura.
Las vemos, aunque solo sea para esquivarlas. Las vemos sin mirar.
Algunas tienen carteles hechos con un cartón y, normalmente, con faltas de ortografía. Algunas nos sacan una sonrisa, pero rara es la ocasión en la que las escuchamos.
Algunas están de pie, deambulando de persona a persona. O sentadas; arrodilladas; tumbadas. Pasan así horas.
Algunas están sobre un banco, dentro de una caja, envueltas en mil mantas raídas.
La mayoría pasan totalmente desapercibidas. Son invisibles a la memoria de nuestro día a día.
Hemos sido educados de una manera anónima a ignorarlas. A rechazarlas. A no creer en lo que dicen, en lo que piden. A hacerlas responsables de su situación, culpabilizarlas. A repudiarlas. A temerlas. A dotarlas de la vagancia, la alevosía, el parasitismo, la extrema comodidad. A pensar que son una lacra, un mal común, un lastre.
UNA VIDA CUALQUIERA Nos cuenta, de una forma sencilla, sensible -sin sensiblerías- y cercana, la vida de un hombre al que diversas circunstancias encadenadas, han dejado sin hogar. Algo que puede pasarnos a cualquiera de nosotros en cualquier momento y que, a veces, depende sólo de la mala o buena suerte que tengamos en la vida.
Explicar esto a los niños y niñas es necesario y más que nunca hoy en día en un tiempo en el que la mala suerte puede darle la vuelta a la vida de una persona en unos minutos. Antes, este hombre también fue niño, es lógico. Todos fuimos niños. Entonces vivía con sus padres en un bonito apartamento. Después de la escuela consiguió un empleo. Se levantaba temprano cada mañana para ir a trabajar. Más tarde, el hombre tuvo una familia, y fue una época bonita. Pero después empezó a tener mala suerte.

Esta historia nos coge de las solapas de nuestra conciencia. Nos sacude desde la vida de un hombre que vive en la calle. Nos lleva de la mano a su infancia, que bien podría ser la tuya, o la mía. Y a partir de ahí traza un camino paralelo entre la vida de ese niño que crece y la vida de cualquier otra persona, como tú, como yo: los amigos de la infancia, los estudios, la juventud, el amor, un trabajo, un proyecto de pareja, un hogar, la creación de una familia, las vacaciones. Todo muy común ¿no? Podría ser una vida cualquiera. Lo es.
Pero un día, este universo se quiebra. Se desbarata por algo nada excepcional, que podría pasarte hoy a ti, o mañana, o de aquí a un mes, un año, o con suerte nunca. Pero el protagonista de esta historia, se rompe y entra en una espiral de la que no consigue salir. Esforzándose con todo su ánimo, no lo consigue y, poco a poco, se va diluyendo, desdibujando, haciéndose invisible.
Una historia que nos enfrenta no solo cara a cara con las personas que viven en la calle, sino con nuestra propia imagen. Nuestra conciencia, ética, moral.
Con nuestro discurso. Una historia de las de tragar antes de hablar. De las de recomponer, De las de compartir.
Al final de libro podemos leer preguntas de escolares respondidas por personas sin hogar. También merece leerlas.Además de ser un libro reivindicativo y solidario, está escrito con exquisito cuidado y respeto y las ilustraciones, como corresponden a una autora Premio Andersen de ilustración, son excelentes.
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