TRENFUGIADOS
Jose Campanari
Ilustrado por Evelin Davidi
2017
"El otro día estábamos mis primos y yo en casa de mi abuela y Juan, el pequeño, comentó:
—Ayer llevamos a a escuela comida no pere... prerec... perecele..., bueno, de esa que no se pone mala, para los trenfugiados.
—Ah ¿si? —dijo mi abuela, que siempre le deja hablar a su manera.
—No se dice trenfugiados —le corrigió Laura, la sabelotodo."
Así empieza esta historia en la que unos niños, que son primos, charlan en casa de su abuela sobre lo que son los trenfugiados; Laura, la prima sabelotodo, rectifica el vocablo.....refugiados; intentan entender por qué han salido de sus casas y todo comienza cuando uno de los primos.
Juan, el que los llama trenfugiados, dice que han llevado comida para ellos a la escuela.
Las ilustraciones nos cuentan casi tanto o mas que el texto. La libertad y bienestar de unos niños tienen predominantemente tonos pasteles, enfoncando los personajes antes que los fondos. Su ropa, pelo, estampados florales por las páginas, en un ambiente tradicional que nos transporta a las casas de pueblo con esas cocinas enormes con suelo de baldosas viejas, mesas grandes para mucha familia, chimenea…
Hay referentes al pueblo donde los niños van en verano, a la unión familiar con esos primos que pasan tiempo juntos y duermen juntos.
Cualquiera de nosotros, en cualquier momento podemos ser refugiados, o trenfugiados, como dice Juan, es por eso que abrir los brazos a los demás es fundamental.

"Los niños empiezan a intercambiar impresiones entre ellos sobre qué se entiende por trenfugiado. Juan ha inventado esta palabra porque cuando se subieron al tren estaban mojados. Y en su idioma, “mojados” se dice “fugiados”.
Los trenfugiados se mojaron porque para llegar aquí tuvieron que pasar por mucha agua. Y cruzaron porque sus casas eran una catástrofe.
– Es una catástrofe tan grande que nadie puede limpiar sus casas, ni nada de eso – dijo Pedro (él sabe muchas cosas porque es el mayor)
La abuela, que nunca se mete en nada, está emocionada por la conversación de sus nietos.
Mientras tomábamos la merienda, la abuela nos contó la historia de algunos vecinos del pueblo que cuando eran pequeños se fueron a otros países. Huyendo del hambre, huyendo del frío, huyendo de la guerra.
Y después de un largo silencio, Juan comentó:
– Esos niños y esas niñas también fueron trenfugiados, bueno, o tremolados, porque hablaban nuestro mismo idioma, ¿verdad?"
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