25 DE SEPTIEMBRE


LA CASA DE LOS CUBOS
Kenya Hirata 
Ilustrado por kunio Kato
2011

"Había una vez un abuelo que vivía en una extraña casa sobre el mar. ¿Por qué vivía en una casa así? Porque, en esta ciudad, el mar crecía cada vez más. Cuando el agua subía y desbordaba su casa, él construía otra. Cuando esa se desbordaba de nuevo, 
construía otra más arriba. Así era su casa, 
como si se hubiera apilado un cubo sobre otro."


El protagonista de esta historia es “el abuelo”, no tiene nombre, y a pesar de ello pronto nos acercamos a él. Vive en una casa sobre el mar, y en las primeras páginas se nos explica el motivo de este inusual escenario: “en esta ciudad, el mar crecía cada vez más”. Así, descubrimos que el abuelo y el resto de habitantes de la ciudad han ido construyendo nuevos pisos encima de sus casas a medida que el agua subía de nivel, abandonando las antiguas estancias para ocupar unas nuevas en el piso superior. En uno de estos momentos en los que el abuelo ha de construir un nuevo piso porque el actual ya se está inundando, una feliz casualidad (ha olvidado sus herramientas y tiene que bucear recorriendo sus antiguas casas) nos descubre el significado alegórico de estas construcciones, en un viaje al pasado, a los recuerdos alegres y a las pérdidas del protagonista.


Un sencillo pero efectivo juego, el de mostrar la vida como un mar que no para de crecer, y ante el que hay que seguir construyendo el presente sobre los cimientos del pasado. El abuelo se niega a abandonar estos cimientos y comenzar una nueva vida en otro lado, como han hecho muchos de sus vecinos, cuyas casas hace tiempo que quedaron enterradas bajo el agua. Allí, en la base de esos cimientos, fue donde conoció a su mujer, donde tuvo hijos, nietos, donde la vio morir unos años atrás.

Las ilustraciones de Kunio Kato son delicadas y detallistas al mismo tiempo, con trazos a lápiz y acuarelas de colores suaves que se mueven entre el azul del agua y el amarillo del cielo, con algunos detalles de rojo. Esta paleta de colores da al conjunto un aire nostálgico, y ayuda a transmitir al lector el espíritu de una historia tierna y amable que nos deja con una sonrisa en los labios.

Esta historia fue llevada también a la amimación por los mismos autores consiguiendo el Premio Cristal del Festival Internacional de Películas Animadas de Annecy en 2008 y del Oscar al mejor cortometraje animado en 2009. En una entrevista concedida por Katō, este se refiere a su obra como “relacionada con la vida y la memoria… sobre cuestiones de la familia y cuestiones personales, cómo debemos vivir, el poder de la memoria”. Os dejo el corto de animación de este abuelo sin nombre que podría ser cualquiera de nosotros en un futuro no muy lejano. 

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