EL SILENCIO DEL AGUA
José Saramago
Ilustrado por Manuel Estrada
2011
Hoy recordamos a Saramago por sus 95 velas imposibles.
"Había salido con mis pertrechos a pescar en la desembocadura del Almonda, lo que llamábamos la «boca del río», donde por una estrecha lengua de arena se pasaba en esa época al Tajo, y allí estaba, ya el día hacía sus despedidas, sin que la boya de corcho hubiera dado ninguna señal de movimiento subacuático, cuando, de repente, sin haber pasado antes por ese temblor excitante que anuncia los tientos del pez mordiendo el anzuelo, la boya se sumergió de golpe en las profundidades, casi arrancándome la caña de las manos."

En formato de álbum se recoge un recuerdo de José Saramago que lo sitúa de niño entregado a la pesca junto al Tajo y perdiendo a un pez que imagina extraordinario. Su relato ilustra una de esas batallas perdidas, universales, con las que la infancia va quedando atrás. El empecinamiento del niño que se rebela contra el sentido común –que habla por boca de su abuela–, sus sentimientos de frustración y tristeza, tan certeramente reflejados, hacen que nos reconozcamos en la aceptación de otras batallas perdidas.
No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua. Lo sentí en aquella hora y nunca lo he olvidado
El silencio del agua es un fragmento de Las pequeñas memorias (2006), volumen que reúne los recuerdos de infancia y adolescencia de Saramago. La obra supuso la conclusión de un proyecto entrevisto hacía más de veinte años. En 1998 Saramago anticipaba:
«Lo que quiero es recuperar, saber, reinventar al niño fui, pienso que es el padre de la persona que soy. Están el padre biológico y la madre biológica, pero yo díría que el padre espiritual del hombre que soy es el niño que fui».
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