Uno de los primeros libros elegidos para este padrinazgo de noviembre tiene mucho que ver con la actividad de quien lo ostenta. De todo lo visto por ahí he optado este "docu-libro" editado en 1999 por Festíteres. Consta de tres amplios capítulos.



El "docu-libro", de cerca de 120 páginas, podéis descargarlo pinchando en la imágen de Perico.
No se puede hablar de títeres sin hablar de Federico Gcia. Lorca. Cuando Federico García Lorca tenía cinco o seis años, llegó a Fuente Vaqueros una compañía ambulante de teatro de marionetas y, según los recuerdos de la hija de su nodriza, Carmen Ramos, fue ésta la primera vez que el niño asistió a una función de títeres. «Federico —rememora Carmen—, que volvía de la iglesia con su madre, vio a los comediantes levantando el teatrillo». A partir de aquel momento «no quiso retirarse de la plaza del pueblo. No cenó y se desesperó por asistir al espectáculo. Volvió en un terrible estado de excitación» . Todos los testimonios coinciden en señalar el temprano interés que Federico manifestó por los títeres. En aquellos años, Vicenta Lorca, su madre, a la vuelta de un viaje a Granada, regaló al niño un teatrillo de guiñol, del que el pequeño nunca se separaba. Dos fueron las pasiones de su infancia: el teatro de marionetas y la música. De Dolores, otra de las criadas de los Lorca, aprendería el joven Federico su pasión por el folklore de los campesinos, así como su conocimiento de los romances y canciones populares que más tarde utilizaría en poemas y obras de teatro.
Cuando en 1919 comienza a redactar La ínfima comedia, que en el futuro se titularía El maleficio de la mariposa, su primera obra teatral representada, concibe el borrador como una pieza para títeres. Si bien la idea quedó sólo en proyecto, ya que El maleficio se representaría con actores en su versión definitiva, puede decirse que Lorca se acercó por primera vez a los escenarios como autor de teatro de títeres.
En julio y agosto de 1921, Federico comienza a fraguar, en colaboración con Manuel de Falla, el proyecto de un Teatro Andaluz de Títeres, para el que empieza a escribir un texto prácticamente desconocido: una burla para marionetas titulada Cristobícal. Falla se ilusiona profundamente con la idea y expresa su compromiso de componer música para las representaciones que, en opinión del maestro, habrían de recorrer Europa y América, anunciándose como «Los Títeres Españoles». En julio del 22, Lorca comunica a Falla su entusiasmo con el proyecto; cree que «los títeres se prestan a creaciones originalísimas»: «Hay que hacer la tragedia (nunca bien alabada) del caballero de la flauta y el mosquito de la trompetilla, el idilio salvaje de don Cristóbal y la señá Rosita. La pasión que le caracterizaba hizo el resto.
De él os dejo este ejemplar editado en Argentina en 1953 que incluye "La doncella, el marinero y el estudiante", "Quimera" y "El paseo de Buster Keaton". Podéis descargarlo pinchando en la imagen.
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