MAÑANA NO SERÁ LO QUE DIOS QUIERA
Luis García Montero
2009
El otoño se acerca con muy poco ruido:
apagadas cigarras, unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no pasa nada,
pero un silencio súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o fuego, o vida.
Y lo perdimos para siempre.
Ángel González
Luis García Montero construye el retrato del poeta Ángel González que además de dejar una de las obras líricas más relevantes en lengua española también fue testigo privilegiado de uno de los períodos más convulsos en la historia reciente de España: la Guerra Civil. y recorre los primeros años de su vida para rescatar la mirada de un niño que tuvo que crecer sin la figura de su padre, pero con toda la fuerza de una familia y una geografía que se resistían con uñas y dientes a dejarse vencer.
Juan Marsé dijo de este libro:

"En los primeros capítulos se trazarán con cierta rapidez la historia de sus padres, sobre todo del pedagogo que fue Pedro González Cano, fallecido cuando Ángel contaba con apenas dieciocho meses. Un hecho trascendental para la familia dado que les obligaría a realizar cambios imprevistos. El autor caracteriza bien cada miembro de la familia sin caer en clichés: la madre trabajadora y entregada, el hermano estudioso y tranquilo, el hermano más inquieto y combativo, la hermana constante y de carácter más dócil y el rey de la casa, el hermano menor, cuidado por todos.
En definitiva, consigue crear un ambiente cotidiano donde las relaciones de esta particular familia se sienten reales y naturales, hasta propias del lector, alejándose así de la fría biografía objetiva.

Una vez narrados los acontecimientos relativos a la guerra civil y mostrada las consecuencias inmediatas en la familia, el libro dedica sus últimos capítulos al retiro en Páramo de Sil al que se vio obligado Ángel por una tuberculosis.
Una novela biográfica con un carácter muy personal, un homenaje poético que, en algunos tramos, va más allá de Ángel González y trata de alcanzar a aquellos niños que sufrieron la guerra civil y mostrar a las familias que no combatían, pero que sufrían la batalla y que sufrieron las consecuencias. La cercanía y el cariño de García Montero con el poeta ovetense resulta evidente en su voz narrativa, que se permite que el poeta le interrumpa, como si dialogasen, para corregir, para detener algún momento o para dar una explicación que matice lo contado. Y así, al final, incluso el protagonista se convierte en una de esas voces vivas que proceden de otro lugar."
Tomado de "Baúl del castillo"
"Querer contar una infancia desde la objetividad, es a veces, matarla, por mucho que luego se intente poetizar la cosa con añadidos. Sucede como con ciertas fotos, a todo color, que revelan la infancia sin la pátina deformadora de los recuerdos. Una deformación, que acaba siendo realidad, porque es así como la aprecia el propio interesado. Como el violín que evocamos en nuestra cabeza al pensar en violín. Seguramente se acercará más a los violines cubistas que pintó Picasso que a violín realista de otras escuelas pictóricas más antiguas. "
Tomado de "ojos de papel"
En un artículo del diario El País Joaquin Sabina le dedicó estas palabras al libro, al autor y al poeta.
En las últimas páginas del libro aparece este poema del poeta biografiado,"La verdad de la mentira". No hay mejor manera de concluir esta biografia novelada de uno de los mejores poetas de la generación de los 50.
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