TU ROSTRO SERÁ EL ÚLTIMO
Joao Ricardo Pedro
2013
«Una cosa parecía segura: el 25 de abril de 1974, cuando aún faltaba un buen rato para las siete de la mañana, Celestino se ciñó la cartuchera a la cintura, se puso la Browning en bandolera, comprobó la petaca con el tabaco y el papel, se dejó el reloj colgado de un clavo que también sujetaba un calendario y salió por la puerta. El cielo empezaba a clarear. O tal vez ni siquiera había empezado a clarear. Además de las sopas de café con leche, Celestino se pimpló, como si nada, dos tragos de aguardiente. El primero, para la acidez. El segundo, para los pensamientos obsesivos, que él, tal como todos sus rasgos fisionómicos sugerían, era un hombre dado a prolongadas melancolías.»
Así arranca esta singular novela, este retrato íntimo del siglo xx en Portugal, con la que un parado portugués ganó el premio Leya 2011 y recibió las críticas más entusiastas. Con la Revolución de los Claveles de 1974 como punto de partida el relato se teje a través de tres generaciones de una misma familia: el doctor Augusto Mendes; su hijo, Antonio; y su nieto, Duarte.
Durante el golpe de estado de 1974 en una pequeña aldea un grupo de hombres está reunido en casa del doctor Augusto Mendes hablando de la situación política del país. Una mujer irrumpe en la reunión, alarmada por la desaparición de su vecino, Celestino. El grupo parte en su búsqueda y encuentra su cadáver en un descampado, acribillado a balazos. Esta muerte hará que los recuerdos afloren en el doctor Mendes y se remonten a cuarenta años atrás, con la llegada a la aldea de Celestino, siendo un muchacho famélico, sin equipaje y sin ojo. Aquí se inicia la presentación de una serie de personajes, todos interrelacionados entre sí, desde Celestino, ese hombre con el que arranca la novela y que un día siendo muy joven apareció en el pueblo con un pañuelo tapándole el ojo, o mejor dicho una herida que le había arrancado dicho ojo y decidió quedarse allí.
O Policarpo, el amigo de Augusto, el que le vendió las tierras en las que se instaló, para partir a recorrer el mundo entero (Portugal, un pueblo de emigrantes) y anualmente mandaba una larga carta dando cuenta de sus aventuras.
O el barbero Alcino al que le tiemblan las manos hasta que coge las tijeras para cortar el pelo. O la profesora de canto, o la mujer a la que le falta una pierna y que pinta un cuadro de Brueguel.
Y por supuesto Duarte, el gran protagonista de la novela, un joven que ya tocaba el piano aún antes de saber hacerlo, pero que misteriosamente lo abandonó sin dar explicaciones.
Y así hasta casi treinta personajes.
«A quien había nacido entre cabras y retamas,habituada a tejer la historia de sus días por el número de quesos y celemines, por las borracheras de su padre, por las lágrimas de su madre, casarse con un médico superaba todos los sueños que Laura aún pudiese tener, cuando pr la estrecha carretera polvorienta, convocando a perros y niños, llegó, en un Citröen 15 CV, el doctor Augusto Mendes.»
" ¿Puede ser esto Europa, mi querido Augusto?
¿La civilizada Europa de Newton, Lavoisier y Descartes?
A lo que el abuelo de Duarte respondía:
- A juzgar por las carreteras, por lo menos es de
la Europa de Augusto."
Una interesante y entretenida narración con constantes saltos temporales en ambas direcciones. Es una novela peculiar, con capítulos cortos. En realidad cada capítulo es en sí mismo un relato, la historia de un personaje o un capítulo de la vida de uno de los protagonistas de la familia.
Joao Ricardo Pedro
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